Porque los fabricantes de automóviles temen que lo que construyen no se venda
Pasando por arriba el problema de los contagios, la industria automotriz ha comenzado a reabrir en los Estados Unidos, y muchos empleados se preocupan por los planes de seguridad en las fábricas, que en su mayoría no tienen un historial de seguridad perfecto.
Y esta disyuntiva nos deja una pregunta a los fabricantes, que no sabrán si pondrán o no en peligro la salud de los trabajadores de las fábricas.
Mientras agotan sus reservas, algunas automotrices creen que deben comenzar a fabricar automóviles nuevamente, mientras otras desean esperar al margen de este proceso de la pandemia
Toyota reducirá la producción de la fábrica estadounidense en un 29% hasta octubre, ya que sufrió una caída del 80% en las ganancias el último trimestre, esperando, y con un estimado, que sus ventas caigan un 20% este año.
Amazon ya ha tenido casos de COVID-19 en sus centros de distribución, por lo que algunos de sus trabajadores en sus instalaciones han protestado. A pesar de eso, los centros no se han cerrado. Los empleados de la industria de la carne han sufrido más que otros y así varias industrias que no pueden cerrar para no crear un desabastecimiento.
Que sucederá con las ventas de automóviles en los Estados Unidos según los analistas
J.D. Power, la reconocida firma de investigación de la industria, dice que las ventas podrían recuperarse en mayo, después de una caída del 50% en algunas partes del país el mes pasado, algo que no estoy de acuerdo, a pesar de que la firma cita algunos factores, como la casi nula tasa de interés, la extensión de pagos hasta en 84 meses, incentivos al máximo, y concesionarios que deben mover su inventario a como dé lugar.
Todo esto luce muy bien, pero los que han perdido sus empleos, que son millones, no creo que estén pensando en un auto nuevo, aunque se lo lleven a sus casas y le den 6 meses para pagar la primera cuota.
Otro de los mayores desafíos de la industria automotriz es que el número promedio de años que un automóvil ha estado en la carretera en Estados Unidos, que ya es casi 12, y esto es debido a que la calidad del automóvil ha mejorado, y las personas pueden sostener sus autos un año o dos más, sobretodo si han perdido sus empleos o están en riesgo de hacerlo.
Hay automóviles que han salido de fábrica y siguen en los trenes de carga, o en grandes lotes rentados, ya que los concesionarios no los pueden recibir por falta de espacio.
Durante la recesión del 2009, se han vendido solo 10.431.510 de vehículos en ese año, llevando a la quiebra a General Motors y Chrysler. En el 2016 hubo un pico de 17.547.028 y en el 2019 se llegó a 17.053.566 vehículos vendidos. Por ahora, ningún analista quieren dan un estimado del 2020, y es muy probable que haya alguna quiebra si la situación continua.
Hay optimismo por un lado, pero pesimismo por otro
Hay optimismo, porque algunos analistas dicen que muchos habitantes que usaban medios de transporte público, y por temor a los contagios, saldrán a comprar su primer auto.
Los pesimistas creen que muchos consumidores que cambiaban sus autos cada 5 a 7 años, ahora no tendrán un auto nuevo como prioridad, y eso alejará unos millones de compradores a los concesionarios.
Por ahora solo cabe esperar para ver lo que puede suceder en la industria, ya que en el peor de los casos, es que las automotrices abran sus fábricas y algunos trabajadores se enfermen, mientras los clientes no querrán volver a los concesionarios hasta que la situación se normalice, algo que nadie puede predecir cuándo será.
Una industria que se movió por Inercia
Para mi entender la industria automotriz siempre se ha movido por inercia, no por algún ejecutivo como lo fue Lee Iacocca, que supo sacar a la Chrysler de su pantano en los 80, y vender sus invendibles modelos a nuevos compradores que confiaron en él.
Hay un fuerte nicho como el Hispano, que si el censo del 2020 daría sus cifras estaríamos en los 80 millones o más, de los cuales muchos son jóvenes y muchos sin autos. Aunque no todos los fabricantes lo aprovechan, ni les interesa hacerlo.
Durante la guerra de Irak en el 91, los fabricantes de autos se pusieron de acuerdo para cortar todo el presupuesto del mercado hispano para dárselo a los militares, dándole un golpe bajo a cientos de periodistas y editores.
Hoy están haciendo lo mismo cortan donde no deben de cortar, y en vez de apuntar a un mercado necesitado de vehículos, lo harán con el que ellos conocen, y no es el hispano.
Desde joven he seguido el mercado automotriz de Estados Unidos, y con 38 años de experiencia, puedo decir que de este problema saldrán bien parados los que han movido sus fichas inteligentemente, y en este mercado, donde la mayoría de los ejecutivos, que salen de Universidades como Harvard o Stanford, pero sin saber, por ejemplo, la capital de Ecuador, tienen un Tsunami que se les viene encima, y no creo que todos sepan cómo enfrentarlo.